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Monedas digitales emitidas por bancos centrales: ¿el próximo paso en desarrollo de políticas monetarias?

Blockchain como tecnología tiene muchos casos de uso diferentes. Solo por mencionar algunos, podemos utilizarla para guardar valor (Bitcoin), como medio para implementar el código que controla la organización (organizaciones autónomas descentralizadas), como método de financiamiento colectivo mediante criptoactivos (ofertas iniciales de moneda, ofertas de token de valor y ventas privadas) o como entorno de trabajo programable para ejecutar smart contracts que proporcionan múltiples casos de uso en casi cualquier sector económico que a uno pudiera ocurrírsele.

Al igual que como ocurre con la Internet, tanto el sector público como el privado pueden usar blockchain en varios mercados verticales. Pero dicho esto, es natural que surja esta pregunta: ¿sería de algún beneficio para los bancos centrales, los usuarios y los bancos comerciales usar una moneda digital emitida por un banco central (CBDC, por su nombre en inglés)?

Como hemos analizado en un artículo anterior, los gobiernos podrían tener muchas razones interesantes para estudiar las posibilidades de la tecnología blockchain:

1 – Las tecnologías digitales brindan mayor seguridad a las personas. Este aspecto es de importancia fundamental en regiones o países apartados y con mucha inseguridad.

2 – Miles de millones de personas de todo el mundo no tienen acceso a servicios financieros y bancarios. Una moneda digital de curso legal haría posible que los gobiernos incluyeran en el circuito financiero a millones de ciudadanos excluidos.

3 – Las blockchains privadas posibilitarían a los gobiernos reducir en gran medida la volatilidad. Es obvio que existiría un costo asociado considerable en términos de descentralización, pero, en esencia, las CBDC no deberían ser competidoras directas de opciones descentralizadas como Bitcoin, sino alternativas a ellas. Mitigar la volatilidad permitiría que los gobiernos hagan un uso generalizado de una moneda de curso legal basada en la blockchain entre la población que no posee conocimientos técnicos.

4 – Las monedas digitales podrían eliminar o reducir los costos de intermediación. Al usar una moneda digital centralizada, no habría necesidad de recurrir a los intermediarios típicos. Probablemente, los ciudadanos reducirían costos de muchas maneras.

Como podemos ver, los gobiernos y los bancos centrales podrían tener muchas razones diferentes para estudiar las posibilidades de la tecnología blockchain. Sin embargo, la otra parte de la ecuación, expresada por los usuarios y los bancos comerciales, podría tener muchos motivos válidos para continuar siendo reacia a las propuestas monetarias basadas en CBDC. ¿Cuáles podrían ser las razones más probables para que esto ocurra?

Como ya hemos analizado en gran detalle aquí, los costos de la invasión de la privacidad y las tasas de interés negativas podrían convertirse en importantes factores disuasivos para los ciudadanos. Además, los bancos privados tendrían que cambiar de manera drástica su modelo de negocios en varios mercados verticales y acostumbrarse a un mayor control desde los bancos centrales (en especial en cuanto a cómo realizan sus actividades actualmente en el sistema de reserva fraccionaria). Aunque los bancos centrales no fueron creados para tener interacción directa con los ciudadanos, ni se espera que la tengan, es probable que muchas de las funciones que cumplen los bancos comerciales hoy en día evolucionen y pasen a ofrecer a sus clientes nuevas y diferentes opciones rentables, a la vez que aumentaría el control de los bancos centrales sobre los agregados monetarios.

¿Cuál es el estado actual de las CBDC en el mundo? ¿Hay países que ya estén experimentando con ellas? ¿Los bancos centrales y los organismos monetarios de todo el mundo están analizando las posibilidades de las CBDC?

En noviembre de 2018, el FMI publicó un artículo muy interesante en el que se analizaban las CBDC y parece que está considerando, junto con el Banco Mundial, una cuasicriptomoneda. Países tales como Australia, Uruguay, Inglaterra, Canadá e Israel, entre otros, están estudiando las posibilidades de las CBDC, y hay casos como el SOV en la República de las Islas Marshall que ya se está implementado. Sobre la base de esos ejemplos, es evidente que esta cuestión se está investigando de manera activa en varios países. En este contexto, es probable que una de las preguntas principales sea la siguiente: ¿cómo podría una CBDC ser exitosa y universal, y que los ciudadanos de un país la acepten por propia voluntad?

La respuesta es que debería dar mejores resultados que otras opciones monetarias. En el sistema heredado, los poseedores de moneda no tienen control sobre la tasa de inflación ni los montos de deuda pública. Por otra parte, es frecuente que a los criptoactivos basados en tecnología blockchain pública y descentralizada se los critique por su volatilidad. Si los gobiernos pudiesen hallar una manera de capitalizar las ventajas de la tecnología blockchain y eliminar al mismo tiempo los problemas tradicionales del sistema heredado, podrían tener una opción monetaria interesante. Sin embargo, para esto sería necesario que los gobiernos se atuvieran a un modelo de masa monetaria fija en el cual la tasa de emisión no se modificara con el tiempo. El tiempo dirá si los gobiernos pueden comprometerse a cumplir esas restricciones en sus políticas monetarias, pero hay algo que está muy claro: siempre habrá usuarios que prefieran los activos digitales descentralizados. Es probable que esto nos conduzca a un futuro en el cual las monedas de curso legal en blockchains privadas tengan que coexistir con opciones descentralizadas, tales como Bitcoin, en un marco monetario interoperable.